domingo, 12 de diciembre de 2010

I work hard for the money

El dinero fabrica conversos, retuerce las entrañas ideológicas de las personas y transforma la materia humana. La sociedad moderna ha consagrado la búsqueda de la riqueza como un valor moral. Son las gafas y la vara de medir del mundo; el tanto tienes, tanto vales.Y así nos luce la calva, preñada de conformismo. La sombra del dinero, como la del ciprés, es alargada y cobija bajo su copa la verdadera piel de la codicia, ese deseo vehemente que mueve la existencia de muchos.
     En medio de esta crisis ideológica impuesta y después de tantas agoreras sentencias todavía tenemos que leer que esos bancos a los que se ha salvado de la soga con dinero público, reparten bonus entre sus directivos. O que algún gurú de la cosa económica, algún premio nobel por ejemplo, asegura que las prestaciones por desempleo desincentivan la búsqueda de un nuevo trabajo y , por lo tanto, es mejor acabar con ellas porque los estados no pueden aumentar su déficit público gastando en menudencias.Se me viene a la mente la imagen del padre/madre con cargas familiares, tumbado en una hamaca entre palmeras, despreocupado porque durante dos años va a cobrar unos desorbitados mil euros que le van a permitir todas las fantasías posibles.
     Es el próximo objetivo de estos rapiñadores de sueños: acabar con la  llamada sociedad del bienestar, algo todavía incipiente y que quieren segar de raíz ejemplares humanos como nuestro querido profesor de Georgetown.


  
  

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